La fundación de Bogotá

 

Sí anteriormente dijimos que la fundación de Bogotá fue el día 6 de Agosto de 1.538 que hoy cumple 485 años de haber sucedido que Gonzalo Jiménez de Quesada culminara con las resistencias que comenzaron desde casi su partida de Santa Marta con el fin de remontar el río de La Magdalena y del cual creían nacía en Perú y sabían ya de la conquista de Francisco Pizarro, logrando vencer las dificultades de los mismos españoles que trataron de sublevarse en Tamalameque y descubrir luego a una población que llamaron La Tora de las Barrancas Bermejas por el color rojizo de las orillas del río y en donde tuvieron el  segundo intento de sublevación, y que gracias a la participación del capellán de la expedición, Fray Domingo de las Casas, logró calmar los ánimos de que regresaran  a Santa Marta. Así continuarían hasta que llegaron al río Opón y se darían cuenta de que el consumo de la sal se hacía más escaso porque solo la utilizaba los grandes caciques, mientras descubrieron el consumo de la sal que tenía forma de panes y no la de sal marina de la costa por lo que los indígenas tenían que consumir otra elaborada a base de orina y otras palmas que eran molidas para hacer la sal para su consumo, y establecieron que por esa zona era traída del interior de las montañas, y así descubrieron por los indígenas que encontraron en un poblado de más de 1.000 habitantes que la traían comerciantes del interior y que con el tiempo en su conquista de hecho encontrarían su origen en los poblados Muiscas de Nemocón y Zipaquirá tras adentrarse por el río Opón, lo mismo que hicieron en su momento los otros conquistadores que buscando  las tierras del Dorado don Sebastián de Belalcázar cambió su rumbo tratando de desligarse de Pizarro en el Perú en la búsqueda de las riquezas del hombre que se bañaba de oro en una ceremonia hecha por indígenas y que con el tiempo supieron era en Guatavita,  y Nicolás de Federmán que también iba tras lo mismo, quien también cambiaría su rumbo hacia El Meta, y tal como lo contamos en "Tres caminos y un destino",  adonde se regresó a Barancabermeja y ordenó a Gallegos que se devolviera con los cuatro Bergantines que los condujeron en grupos por tierra y agua, a regresarse a Santa Marta con los enfermos, mientras iniciaba su aventura al adentrarse por las serranías del Alto Opón en la espesuras de las selvas a donde se vieron obligados a alimentarse con los cocidos de los cueros de las armaduras, las correas y las vainas de sus espadas, tanto así que en una ocasión en la orillas del río un jaguar sacó de la hamaca a un soldado que dormitaba, Juan Serrano, y que sus compañeros   acudieron a ayudarlo para quitárselo de las garras ante los gritos de su angustia, mientras el jaguar huyo en medio de la espesura de la agreste vegetación, pero que regresaría y se lo llevaría por la noche en medio de la lluvia torrencial que caía y donde no escucharon los posibles gritos pidiendo auxilio, y que al llegar al Valle de la Grita solo quedaban 180 hombres y 60 caballos de los 620 o más hombres que fueron por tierra y los 200 o más en los bergantines. Luego aquel dificultoso viaje llegarían al sitio que llamaría Vélez en la provincia que llevaría su mismo nombre, en dominios de la Confederación Muisca en donde el clima era más templado y que sirvió a que sus hombres mejorasen de la salud y recuperaran el ánimo, debido al encuentro de unos poblados de indígenas que hablaban diferente lenguas de lo traductores que los acompañaban, y porque a diferencia de los otros indios a que se habían enfrentado, estos los recibieron muy bien y los guarecieron de las mantas muiscas que usaron de colores vivos en sus vestimentas, y recuperados de la flacura por hambruna en la que estuvieron, lo mismo que sus caballos se recuperaron de la flaqueza, en enero de 1.537 al llegar al poblado de Chipatá los españoles consideraron que las condiciones favorables en que se encontraban con unos indígenas amables que los atendían muy bien, decidieron pedir la celebración de la primera misa desde su salida de Santa Marta, a lo que el dominico Fray Domingo de las Casas accedió a hacerlo en un altar que construyeron y con el pequeño lienzo de la crucifixión que haría también al año siguiente en la fundación de Bogotá y que sería la primera hecha en el Nuevo Reino de Granada.

Y así siguieron sus aventuras cuando los indígenas que les guiaban los llevaron a Guachetá, y sus habitantes lo habían abandonado antes de que llegaran creyendo que eran hijos del sol  que comían carne humana, por lo que les dejaron a un anciano junto a una hoguera, y a quien los españoles lo desataron y dejaron ir, lo que hizo que estos les arrojasen desde una de las peñas dos o tres niños de pechos, y a los que escucharon los gritos del indio Pericón, el interprete de estos, que los obligó a no hacerlo más. Y sin embargo con el mismo convencimiento les dejaron una mujer y un hombre jóvenes junto con un venado para que se los comieran; el venado sirvió de alimento a la tropa mientras los indígenas fueron liberados lo que ejercería una mayor confianza con estos y así regresaron al pueblo e hicieron la paz justo adonde encontraron un templo consagrado al sol, y pudieron ver y palpar por primera vez las esmeraldas, así también al llegar a Nemocón fueron atacados por la retaguardia por el Zipa de Bacatá que estaba informado de su presencia con 500 guechas o guerreros muiscas que llevaban algunos en sus espaldas momias de insignes guerreros muertos en batallas, a quienes derrotaron sin esperar el auxilio de los refuerzos que llegaron al poco tiempo, y que al huir regresarían a atacarlos al pisar las tierras del fuerte militar que tenían en Cajicá, siendo derrotados nuevamente y así como siguieron otras batallas, adonde encontraron provisiones de comida y mantas. Y así acompañados de más muiscas que les solicitaron la protección de los Panches que los mantenían subyugados, Gonzalo Jiménez de Quesada les daría su apoyo y terminaría así por conquistar a un mayor número de indígenas a su favor y que pesaría más adelante en su próximo encuentro que tendría con los otros dos conquistadores que también estaban buscando lo mismo, cuando decidió ir a Las Cortes de Madrid par dar cuenta de lo que había descubierto y obtener el gobierno de estas tierras, percatándose que no podía hacerlo sin formalizar la Conquista echando los cimientos de un pueblo en donde  permanecieran los españoles seguros, mientras iba y volvía de España, decidiéndose por un lugar elevado al lado de los Cerros Orientales cerca del palacio de recreo de Teusaquillo que pertenecía al Cacique en los que se construyeron un pueblo con doce chozas que los alojaría y al que le dieron el nombre  de Santa Fe en recuerdo de Santa Fe  de Granada, y en donde el procedimiento para hacerlo sería el siguiente:

Esta historia continúa...


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