Recuerdos de Bogotá

Recuerdos de Bogotá

Estaba muy joven cuando llegué a Bogotá  por primera vez para quedarme a estudiar. Recuerdos inolvidables. En una época en que salía de la niñez a la adolescencia y en la que me enamoré de una muchacha que llegó a la misma  casa con una hermana  menor que era muda y que requería la ayuda de una institución para poder comunicarse con los demás, pues entendía todo fácilmente sin ningún problema. Era muda  y creo que algo de sorda. Allí concluimos los tres en la misma vivienda a cuenta de una familia cuyo esposo salvó mi  vida de ahogarme en Ibagué en los bañadertos del Salado, y que se dedicaba al oficio de la mecánica de carros muy cerca de la avenida 6a. o Avenida de los Comuneros, mientras su esposa trabajaba en el D.A.S. cuando apenas esta ciudad era una de las pocas que se avizoraban con ser una de las más importantes de nuestro hemisferio. Se vislumbraba desde mucho antes por ser llamada"La Atenas Suramricana" debido a las historias contadas por Mugyel Cané y Pierre d´Espagnat en sus viajes acerca de esta urbe en el siglo XIX y mucho antes por la travesía de Alexander Von Humboldt para hacer el reconocimiento existente de la naturaleza que teníamos, y quén quedó sorprendido por la diversidad cultural y el ambiente que se respiraba, que lo llevaría a "La Expedición Botánica" impulsada por el cientiífico y botánico José Celestino Mutis, y que siendo prodiga en ese aamplio acopio de circunstancias, darían una visión muy diferente del mundo en que se vivía. Aunque ya había estado de paso en temporadas de vacaciones, y recorrido parte del centro antiguo de la ciudad, por el barrio Egipto, y el de Santa Bárbara, Las Cruces, y todo ese sector que  abarcaba la Candelaria, el parque Santander y los aledaños a esta zona, en donde se podían ver todos esos cambios urbanísticos que a diario se dan en la metrópolis, solo en 1.968 comprendí el valor y las razones sociales de las cuales se vanagloriaba. Por la misma avenida conocida como el canal de "Los Comuneros" todavía se podía ver las aguas del río San Agustín que nace en los cerros orientales, y que como tales desparecen al ensancharse la ciudad y convertirse en parte de los desagues que existen debajo de dicha avenida, lo mismo que sucedió con la avenida Jiménez que a la altura de la carrera octaba todavía se apreciaba en un pequeño galpón que existió del vertedero de las aguas de dicho río, y que para los recien llegados, al frente de lo que fue la librería de Buchholtz por su ubicación y forma en que se veía era la llamativa del sector, y mucho antes de los cambios hechos a la mayor parte de la construción y remodelación de lo  que fuera y es "La Bilioteca Luis Angel Arango" en donde con los años de convirtió en el baluarte de las muchas riquezas culturales que existen en los alrededores, y muy cerca al Capitolio Nacional, que no hay casa ni sector que nos recuerden los trasijos históricos por las cuales ha pasado la ciudad desde su formacción, pues en este está todo el mismo recorrido por la historia de Bogotá y del país, pues no hay que olvidar que está el Capitolio Nacional cuyas obras se iniciaron en 1.848 bajo la ejida de Tomás Cipriano de Mosquera, y en donde se encuentra el Palacio de Justicia hubo un café con Billares que si mal recuerdo se llamaba "El Simón Bolívar" que mantenía atestado de gente por su ubicación priviligiada construido sobre unas casas antiguas y de tejas de barro, que por los año en que lo conocí y estando muy joven, solo con los años comenzaría otra fisonomía a la misma plaza de Bolívar, incluyendo la misma Catedral en la que estuvo el cuerpo de nuestro fundador Gonzalo Jiménes de Quesada, y que ahora con los cambios que han habido, con los más de 50 años, a pesar de todo quedan los momentos que vivimos tal y como sucedió con la toma del Palacio de Justicia, el año en que según algunos se perdieron las elecciones presidenciales por parte de los anapistas, y las innumerables celebraciones como los recorridos de las proseciones de la Semana Santa, y tantas otras cosas que han dado vivencias y recuerdos.

El barrio "El Progreso" se llamaba, y todavía existe, a un lado del Eduardo Santos, y la Avenida de los Comuneros hacia el norte que moría en la carrera 30, que para la fecha de la que hablo era uno de los preferidos por una clase media de los privilegiados por su cercanía al centro de la futura metrópolis. Allí cerca viviría una tía quue también llegó conmigo en la busqueda de su futuro. El hablado que era el de los que conocimos de cachacos muy diferente al de los tolimenses por su dejo característico con costumbres diferentes en el trato con las personas, pero arraigadas entre sus habitantes con sus dichos particulares. Unos años en que todavía funcionaba el ferrocarril en "La Plaza de la Sabana" que es como más se le conocee, usado como carga y también de pasajeros que llevaban a más de un pasajero a la Costa Atlántica y entre ella a Ríohacha para traer contrabando, y que en ese sector era un sitio muy apetecido al igual que que representaba San Victorino que estaba  a un paso de este donde funcionaban todo el transporte de carga y pasajeros de todo el país, y cuando en la Plaza España era el acopio del consumo de todas la viandas del consumo de todo un país antes de que apareciera la Plaza de Corabastos. que más tarde sería su remplazo. 

Con los años lo mismo que nosotros cambiamos con el tiempo, también sucede con sus costumbres porque de los cachacos ya sabemos poco, y solo los conocemos en parte por lo que eran; así también su dialecto ha cambiado por que al igual que las grandes ciudades cosmopolitas, el acento de los que viven y han nacido allí, su hablar es atonito en medio de los diferentes lenguajes usados por las gentes que conviven con costumbres y usos tan disimiles, que bien podría decirse que se parece a los que coloquialmente vivieron como si estuvieran en Babilonia, y que con el transcurrir de los años ya buena parte de los que la habitan tienen  sentido de pertenencia sobre Bogotá la ciudad capital de Colombia.