Bogotá.

Recuerdos de Bogotá

Recuerdos de Bogotá Estaba muy joven cuando llegué a Bogotá  por primera vez para quedarme a estudiar. Recuerdos inolvidables. En una época en que salía de la niñez a la adolescencia y en la que me enamoré de una muchacha que llegó a la misma  casa con una hermana  menor que era muda y que requería la ayuda de una institución para poder comunicarse con los demás, pues entendía todo fácilmente sin ningún problema. Era muda  y creo que algo de sorda. Allí concluimos los tres en la misma vivienda a cuenta de una familia cuyo esposo salvó mi  vida de ahogarme en Ibagué en los bañadertos del Salado, y que se dedicaba al oficio de la mecánica de carros muy cerca de la avenida 6a. o Avenida de los Comuneros, mientras su esposa trabajaba en el D.A.S. cuando apenas esta ciudad era una de las pocas que se avizoraban con ser una de las más importantes de nuestro hemisferio. Se vislumbraba desde mucho antes por ser llamada"La Atenas Suramricana" debido a las historias conta...

Arauca (Parte 2.)

La historia de Arauca está intrínsecamente ligada a las figuras de Jorge de Espira y Nicolás de Federman, dos de los primeros conquistadores de origen alemán que llegaron a estas tierras en 1536. Su llegada marcó el comienzo de una serie de eventos que transformarían la región y su gente. Federman, conocido por su participación en la búsqueda de El Dorado, fue un explorador que compitió con otros conquistadores como Gonzalo Jiménez de Quesada y Sebastián de Belalcázar en la exploración de Colombia y Venezuela. A pesar de las leyendas de riquezas incalculables, lo que encontraron fue un territorio vasto y desafiante que requería una gran determinación y resistencia para explorar.

Jorge de Espira, por otro lado, fue nombrado teniente de gobernador en 1535 y ordenó a Federman realizar una expedición hacia el cabo de la Vela, en la Guajira, con el objetivo de fundar una población. Esta expedición fue parte de los esfuerzos más amplios para establecer una presencia europea en la región, y asegurar las rutas y recursos para la corona española. La fundación de Nuestra Señora de las Nieves en la desembocadura del río de la Hacha, hoy conocida como Riohacha, fue un resultado directo de estas expediciones y se convirtió en un punto de referencia importante en la historia de la colonización de la región.

La historia de estos exploradores no solo es una narrativa de conquista y colonización, sino también una de interacción y a menudo de conflicto con las poblaciones indígenas locales. Los araucas, yaruros, chinatos, betoyes, giraras, tunebos, airicos, macaguanes, eles, lipas, guahíbos, achaguas, cuibas, chiricoas, lucalías, piapocos, maipures y cuilotos eran solo algunos de los grupos que habitaban la región antes de la llegada de los europeos. La llegada de los conquistadores trajo consigo cambios dramáticos en su forma de vida, a menudo a través de la imposición de la misión evangelizadora y la fundación de nuevas poblaciones por parte de misioneros jesuitas y más tarde agustinos recoletos.

La resistencia y rebeldía de los llaneros, que se manifestó desde el movimiento comunero de 1781, encontró un centro en Tame. Esta localidad se convirtió en un foco de subversión contra el dominio español, especialmente bajo la dirección de Fray Ignacio Mariño a partir de 1812. La región de Arauca también jugó un papel importante durante la lucha por la independencia de Colombia, llegando a ser brevemente la capital de la Nueva Granada y jugando un papel clave en la campaña libertadora de Simón Bolívar.

A lo largo del siglo XIX, Arauca fue parte de la provincia de Casanare y luego del Estado Soberano de Boyacá, reflejando los cambios políticos y administrativos que se estaban produciendo en la región. La historia de Arauca es, por lo tanto, un tapiz complejo de exploración, conquista, resistencia y cambio, tejido por las acciones y legados de figuras como Jorge de Espira y Nicolás de Federman, así como por las muchas personas indígenas y criollas que han llamado a esta región su hogar.

Además de Jorge de Espira y Nicolás de Federman, la región de Arauca ha sido influenciada por varias figuras históricas notables. Una de ellas es Luis Felipe Laverde, quien el 5 de noviembre de 1910, lideró un grupo de ciudadanos para imponer su autoridad en protesta por el marginamiento político y social de la región. Su acción es un reflejo del espíritu independiente y resistente de los araucanos, que se ha manifestado a lo largo de la historia en diversas formas de expresión política y social.

La región también ha sido testigo de la influencia romántica y heroica de los llaneros, cuyas historias y legado se conservan en el corazón de Arauca, especialmente en el parque central donde se rinde homenaje a su cultura y su contribución a la identidad regional. Estos llaneros, conocidos por su destreza ecuestre y su papel crucial en las luchas de independencia, representan la tenacidad y el coraje de los habitantes de la región.

El Departamento de Arauca, por su ubicación estratégica en la frontera con Venezuela, ha sido escenario de numerosos eventos históricos que han moldeado su identidad. La región ha sido un punto de encuentro de culturas y un testigo de la evolución política de Colombia, reflejando los cambios y desafíos a lo largo de los años.

En el proceso de ocupación y colonización del territorio, las construcciones territoriales descritas en la cartografía de Nicanor Boloña en 1916 y 1917, revelan la complejidad del desarrollo regional y la influencia de diversas figuras en la conformación del paisaje araucano. Estas construcciones son testimonio de la interacción entre los colonizadores y las comunidades indígenas, así como de la adaptación y resistencia de estas últimas ante los cambios impuestos.

La historia de Arauca está marcada por de líderes políticos y militares hasta misioneros y colonizadores, en la que cada uno ha contribuido a la narrativa de una región que continúa evolucionando y definiendo su lugar dentro de la historia de Colombia. La influencia de estas figuras históricas sigue siendo evidente en la cultura, la política y la sociedad de Arauca, y su legado se mantiene vivo en las tradiciones y el orgullo de su gente.

Los llaneros, conocidos por su destreza ecuestre y su valentía, desempeñaron un papel crucial en la historia de Arauca y en la lucha por la independencia de Colombia. Estos hábiles jinetes, oriundos de los vastos llanos que se extienden a través de Colombia y Venezuela, fueron fundamentales en varias batallas decisivas, incluyendo la Batalla del Pantano de Vargas y la del Puente de Boyacá. Su participación en la Campaña Libertadora fue preponderante, y su coraje y habilidad en combate fueron vitales para las victorias que aseguraron la independencia de la región y del país.

En el contexto local de Arauca, los llaneros también jugaron un papel importante en la resistencia contra el dominio español. Su conocimiento del terreno y su capacidad para la guerra de guerrillas les permitieron realizar ataques sorpresa y maniobras evasivas, complicando los esfuerzos de las fuerzas coloniales para mantener el control. Además, su cultura y tradiciones se convirtieron en un símbolo de identidad regional, influyendo en la música, la poesía y el folclore de Arauca.

Varias figuras llaneras se destacan por su contribución y legado, entre ellos  la de Fray Ignacio Mariño es crucial en la historia de la resistencia de Arauca. Como líder religioso y revolucionario, capellán general del ejército libertador, convergen ambas figuras. Nació en 1775 –hay dudas sobre si es Chocontá o Tibasosa su patria chica– y realizó sus estudios eclesiásticos en la Comunidad de los Dominicos en Tunja. Cuando los terminó fue enviado como misionero a los llanos de Casanare, teniendo por residencia a Tame. Su imagen es histórica, entre otras muchas razones por haber firmado el 10 de diciembre de 1813 el Acta de Independencia de la República de Tunja , y por haber sido el hombre que convenció a los grandes generales de que el paso por Pisba sería una maniobra decisiva en el avance hacia la capital marcando un momento significativo en la lucha por la libertad de la región.

Durante el periodo conocido como La Violencia, que sacudió a Colombia a mediados del siglo XX, los llaneros de Arauca nuevamente se encontraron en el centro de los conflictos. En 1948, levantamientos llaneros se produjeron en respuesta a las tensiones políticas y sociales que atravesaba el país, y figuras como Guadalupe Salcedo emergieron como líderes revolucionarios, luchando por los derechos y la autonomía de la región. Como  líder de los llaneros se convirtió en un símbolo de resistencia y lucha por los derechos y la autonomía de la región. Su liderazgo y valentía inspiraron a muchos, y su nombre sigue siendo sinónimo de la lucha por la justicia social en la región.

José de Jesús Morales, conocido por su pasión por el folclore llanero, también dejó una huella indeleble en la cultura de Arauca. Como músico, bailarín de joropos y artista criollo, fue un ferviente promotor de las tradiciones llaneras, asegurando que la rica herencia cultural de la región se mantuviera viva y se transmitiera a las futuras generaciones.

Otro personaje notable es el "Silbón", que aunque emerge más como una figura mítica que histórica, refleja la profunda conexión de la región con el folclore y las leyendas llaneras. Un relato profundamente arraigado en la tradición oral de los llanos orientales de Colombia y Venezuela. Se cuenta que El Silbón era un joven consentido y caprichoso, acostumbrado a ser complacido en  todo. Un día, en un acto de ira por no recibir la comida que deseaba, asesinó a su propio padre. Como castigo por su crimen, fue condenado a vagar eternamente, cargando los huesos de su padre en una bolsa, se anuncia con un silbido sombrío que presagia muerte, aunque en Venezuela, la leyenda tiene sus propias variantes que reflejan las creencias y tradiciones locales. Una de las versiones más conocidas cuenta que El Silbón era un joven que vivía en los estados de Portuguesa, Cojedes y Barinas. En esta narrativa, su esposa le fue infiel con su propio padre, y al descubrir la traición, el joven asesinó a su padre en un acto de ira. Sin embargo, inmediatamente se arrepintió de su acción, temiendo las represalias. Su abuelo, al enterarse del crimen, intentó ejecutarlo, pero el joven logró escapar. El abuelo entonces desató a sus perros para capturarlo, y aunque el joven corrió todo lo que pudo, finalmente fue alcanzado. Desde ese momento, se dice que El Silbón vaga por los Llanos, perseguido por los perros, y su presencia se anuncia con un silbido agudo y melancólico.   La historia del Silbón es una advertencia sobre las consecuencias de la ira descontrolada y el respeto hacia la familia, y sigue siendo una narrativa popular en la cultura llanera.

Estas figuras, junto con muchos otros llaneros anónimos cuyas historias no se han registrado con el mismo detalle, han tejido la historia de Arauca y su legado perdura  inspirando a las generaciones presentes y futuras. El romanticismo y la historia de los llaneros se conservan en el corazón de Arauca, especialmente en el parque central, donde se rinde homenaje a su cultura y su contribución a la identidad regional. Este legado se ve reflejado en el Primer Museo del departamento, que se esfuerza por recuperar y preservar la rica historia de los llaneros y su influencia en la región. La historia de los llaneros es una de resistencia, valentía y un profundo sentido de libertad. Su legado continúa inspirando a las generaciones actuales y su espíritu se refleja en la determinación de los habitantes de Arauca para defender su cultura y su historia. Los llaneros no solo fueron soldados; fueron y siguen siendo un símbolo de la identidad y el carácter indomable de la región. Su papel en la historia de Arauca es un testimonio de la lucha por la independencia y la autonomía, y su influencia perdura en la memoria colectiva de la región y de Colombia.

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