En 1.508 Alonso de Ojeda exploró la región, siendo nombrado gobernnador de la Nueva Andalucía, en el territorio de Colombia que iba desde el Golfo Urabá hasta el Cabo de la Vela en la Guajira, y gobernó en el marco del proyecto del Reino de Tierra Firme, fracazando tras la fundación del asentamiento de San Sebastián de Urabá, por el continuo asedio de los indígenas que lo obligaron a abandonar las pretensiones de la monarquía española por la escacez de alimentos, dificultades climáticas, y el constante ataque de los indígenas de la etnia Caribe, y en este caso como lo fueron Los Zenú, Finzenú y Panzenú, que se destacaron por las avanzadas técnicas agrícolas como los sistemas de canales de riego, y su orfebrería en oro y cerámica; y tras su participación, fue herido por una flecha envenenada, y luego de abandonar primero a Santa Cruz en Venezuela, después de ser encarcelado por las discordias entre sus hombbres y los ataques permanentes de los indígenas de esa región, que finalmen...
Tres caminos y un destino
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Tras el descubrimiento
del mar del sur por Balboa y la conquista del Perú por Pizarro donde obtuvieron
lo que buscaban, y que no era más que las riquezas del oro de los Incas, y que
su leyenda no es más que el despojo y aniquilación de los primitivos aborígenes
y de sus culturas en todo un continente contada por estos en sus crónicas. Las
noticias de "La Leyenda del Dorado" adonde se decía que un rey se
cubría el cuerpo con polvo de oro, y bañaba en una laguna en una
ofrenda religiosa realizada a sus dioses, motivó la atracción de los
conquistadores desde Santa Marta (Colombia), Quito (Ecuador) y Coro (Venezuela)
y que fue contada por "Los
Cronistas de las Indias" a su manera sobre la base de la dominación de
toda una cultura contra otra, en la que la religión católica hizo su aporte de
evangelización con unos conquistadores que mientras iban saqueando pueblos
indígenas a base de la espada y el fuego, ayudados por los caballos y sus
perros, los fueron sometiendo a su religión, ávidos por el oro y demás
metales preciosos que como la plata eran la codicia de estos. Comagre, un
indígena que los acompañó cuando Balboa descubrió el Mar del Sur, les
dijo que si querían las riquezas que buscaban debían ir en su búsqueda a
Cuzco adonde llegaron Pizarro y Belalcázar a tomarse el imperio Inca del que
tuvieron noticias sobre las fortunas del oro y la plata contadas por este.
Y sin
embargo, en medio de toda esta colonización de despojo, ya desde Santa Marta, y
de Coro en la actual Venezuela, lo mismo que de Quito luego de la conquista del
Perú por Pizarro, Sebastián de Belalcázar que ya sabía de esta leyenda, queriendo liberarse de la potestad que tenía Pizarro sobre él, también se
enfrascó en la consecución por llegar a aquel lugar que le depararía según el
decir de los indígenas que a manera de distracción los fueron metiendo dentro
de esos sueños, que incluso cuando dudaron de obtenerlas, Pizarro en un momento
de desespero los obligó a hacer formación mientras trazaba con su espada una
raya sobre la tierra, y les dijo más o menos esto: "De aquí para allá
los que den un paso al frente y me sigan, obtendrán las riquezas que buscamos;
y los que se queden y se devuelvan vivirán pobres y desvalidos".
Doce fueron los que
lo acompañaron en la aventura de asesinar a Atahualpa y conseguir los tesoros
que este les ofreció a cambio de su libertad, y uno más que se quedó para
informar a los que llegasen dónde estaban, los mismos a los que durante muchos
años hemos llamado nuestros conquistadores y que hoy ya sabemos que no eran ni
de los mejores ni los legendarios a los que teníamos que admirar, sin siquiera
atrevernos a decir que nosotros somos sus descendientes, ya que así se han
hecho todas las conquistas que como los romanos dominaron bajo el imperio
que construyeron con saqueos y despojos de todos los que conformaban buena
parte del continente europeo, o como la de los macedonios con sus caballos y
guerreros
que mucho antes fueron los que conquistaron también desde el Asia parte
del mundo que cayó bajo sus guerras de dominación, o el del Imperio
bizantino en su momento.
De Coro,
Venezuela, partiría Nicolás de Federmann, siendo el primer europeo que
atravesaría la cordillera de los Andes adonde se encontraría con Gonzalo Jiménez
de Quesada que había partido desde Santa Marta por la senda del río de la
Magdalena con la intención de llegar hasta el Perú, y quien se desvió de
su ruta al enterarse que existía un amplio comercio indígena con la sal
extraída supuestamente de una laguna de sal, y que fue el que se adelantó y
fundó a Santa Fe de Bogotá el 6 de agosto de 1538.
Este
acontecimiento se prolongaría hasta el 27 de abril de 1.539 cuando se
encontraron los tres conquistadores a donde Gonzalo Jiménez de Quesada volvería
a fundar Santa Fe de Bogotá que de acuerdo por lo dicho por Belalcázar que
habría fundación hasta que no solamente se hiciera en nombre de sus
majestades los reyes de España, si no que también se trazara la ciudad
con sus calles y solares, indicando dónde quedarían cada uno de los espacios
necesarios que se hacían en estos casos para el funcionamiento administrativo,
como también en la repartición de las tierras para sus huestes, mientras
decidieron regresarse a España para dirimir jurídicamente sus
conquistas ante la corona española, y así dejar a sus hombres que con el
tiempo obtendrían encomiendas indígenas en el vasto territorio descubierto que
abarcaba Santafé, Vélez (Santander), Tunja, Tocaima, Pamplona, Ibagué,
Mariquita y San Juan de los Llanos, que se fundarían con nuevas
estirpes de familias entre estos, y también con los indígenas, cosa que no
sucedería lo mismo con los colonizadores del Norte de América adonde los
europeos iban destruyendo a su paso cualquier tipo de cultura indígena. Esta
decisión se haría ante el fracaso de Belalcázar que le quería quitar lo
conseguido por Gonzalo Jiménez de Quesada que no tenía ningún titulo como
conquistador, y al cual se opuso Nicolás de Federman, un contabilista que fue
nombrado por la casa prestamista de los Welser que recibieron a Venezuela como
regalo del emperador Carlos V en su disputa por obtener el poder.
A su
regreso Carlos I de España y a su vez emperador Carlos V de Alemania le
daría el titulo honorífico a Belalcázar de gobernador de El Dorado
en Popayán, y a Jiménez de Quesada el de Mariscal del nuevo Reino de Granada,
mientras que Federmann quedaría envuelto en un litigio con la corte al ser
condenado por el Consejo de Indias, ya que por la reforma protestante de
Alemania se prohibió que un natural de este territorio entrara a las Indias sin
licencia, y sin recibir ningún nombramiento, debido a su fe protestante, Gonzalo
Jiménez de Quesada seguiría buscando el famoso Dorado en un vano intento por
conseguir sus sueños, y moriría como leguleyo buscando el titulo que nunca
obtuvo ante la corona española. Según Germán Arciniégas, a este
conquistador lo compara con El Quijote de la Mancha, y nos deja
sus parecidos con este, que bien pudieron ser reales cuando El Manco de
Lepanto quiso venir a estas tierras que resultaron imposible de conseguir
con sus sueños, y que a cambio nos contaría las quimeras de su personaje que ha
trascendido hasta nuestros días, y que bien pudieran ser basadas en la vida de
este.
Tres
caminos y un destino fueron los que forjaron la ciudad que ahora conocemos como
la ciudad capital de nuestro país, quienes además de hombres y costumbres
traerían nuevas especies animales: "Gonzalo Jiménez, el caballo,
Federmann, la gallina, y Belalcázar desde el sur, el marrano a
Bogotá".