
El departamento de Caldas, ubicado en el corazón de la región andina de Colombia, es rica en historia y cultura. Antes de la llegada de los españoles, estaba habitado por diversas comunidades indígenas, entre ellas los Quimbayas, conocidos por su habilidad en la orfebrería y la cerámica. Durante la conquista española, figuras como Jorge Robledo y Sebastián de Belalcázar jugaron un papel crucial en la exploración y fundación de asentamientos, historia a su vez está marcada por la resistencia y lucha de los pueblos indígenas, así como por la explotación de sus ricos recursos minerales, especialmente el oro. Con una rica herencia histórica en Colombia, ofrece una variedad de sitios que cuentan la evolución de la región y su gente. Desde su creación en 1.905, ha sido testigo de importantes eventos y ha conservado lugares de interés histórico que reflejan su pasado diverso. Por ejemplo, el territorio que hoy comprende Caldas, Risaralda y Quindío fue conocido como Caldas hasta 1.966, lo que demuestra la importancia de la región en la historia nacional. Además, la cultura de la ovinocultura en Caldas tiene más de 70 años de historia, destacando la transformación de la lana en productos como ruanas y cobijas, que son parte integral de la identidad cultural del departamento. Los viajeros pueden explorar museos, parques y pueblos pintorescos que ofrecen una ventana al pasado, como el Nevado del Ruiz, un volcán nevado que ofrece paisajes impresionantes y la oportunidad de realizar caminatas en la nieve, La Dorada, Aguadas y Villamaría, cada uno con su propia historia y contribución a la identidad de Caldas. Estos lugares no solo atraen a turistas por su belleza natural, sino también por la oportunidad de aprender sobre la historia viva de Colombia. Con el paso del tiempo, Caldas se convirtió en un punto estratégico durante la época colonial, sirviendo como ruta de paso entre el interior y la costa. La influencia de la colonización antioqueña en el siglo XIX trajo consigo un cambio demográfico y cultural, que se reflejó en la arquitectura, la economía y las tradiciones de la región. La fundación de Manizales, la capital del departamento, se convirtió en un hito importante para el desarrollo, impulsando la economía y la infraestructura.
El siglo XX fue testigo de la consolidación de Caldas como un centro de la industria cafetera, lo que le otorgó un lugar destacado en la economía nacional. La creación del departamento en 1905, bajo la presidencia de Rafael Reyes, fue un reconocimiento a la importancia de la región y su contribución al país. El nombre del departamento honra al sabio Francisco José de Caldas, destacado por su labor científica y participación en el movimiento de independencia.
Hoy en día, Caldas es conocido por su patrimonio cultural, su vibrante escena artística y su paisaje natural, que incluye parte del Eje Cafetero, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su historia sigue siendo un testimonio de la resiliencia y el espíritu emprendedor de su gente, que continúa forjando un futuro prometedor para el departamento.
En el departamento de Caldas, los indígenas han mantenido una rica herencia cultural y tradiciones que se remontan a tiempos ancestrales. Principalmente, las comunidades indígenas en esta región incluyen a los emberá-chamí y los cañamomo, quienes habitan en resguardos ubicados en municipios como Belalcázar, Riosucio y Supía.
Estas comunidades descendientes de los cacicazgos ansermas, conocidos como “señores de la sal”, eran expertos en la explotación y comercio de recursos como el oro y la sal. A pesar de la influencia de otras culturas, han logrado preservar sus tradiciones y costumbres, enriqueciendo su legado cultural con prácticas como la tradición oral, artes populares, creencias, mitología, música, danza y medicina tradicional1.
El resguardo Cañamomo y Lomaprieta, por ejemplo, es uno de los más antiguos y significativos, establecido en 1540 y abarcando 37.6 kilómetros cuadrados. Este resguardo alberga 32 comunidades y es un espacio de gran valor histórico y cultural.
La ciudad de Manizales, conocida por su arquitectura y su vibrante cultura, es otro punto de interés, con la Catedral Basílica de Manizales como un ícono arquitectónico. Los amantes de la naturaleza pueden explorar el Parque Nacional Natural Los Nevados, que ofrece una diversidad de flora y fauna, así como actividades de ecoturismo y aventura. Para aquellos interesados en la historia y la arquitectura, Salamina es una visita obligada, conocida como la "Ciudad luz" de Caldas, famosa por sus casas de bahareque y su patrimonio cultural. Además, la región es conocida por sus fuentes termales, como las Termales del Ruiz, donde los visitantes pueden relajarse en aguas termales naturales. Otros lugares de interés incluyen el Parque Recreativo Alegría Tropical en La Dorada, el Parque Selva de Florencia, y el Parque Temático Café entre Montañas, que ofrece una experiencia educativa sobre el café, uno de los productos más emblemáticos de Colombia. Con una rica oferta de turismo cultural, natural y de aventura, Caldas se presenta como un destino imperdible para cualquier viajero que desee experimentar la belleza y la hospitalidad de Colombia.
La ovinocultura en Caldas es una tradición con más de 70 años de historia,
siendo un pilar importante en la economía y cultura de la región. En el
municipio de Marulanda, incrustado en la cordillera Central, la cría de ovejas
es una actividad destacada, con la Cooperativa Ovina liderando la
transformación de la lana en productos artesanales como ruanas, cobijas y
mantas. Esta cooperativa cuenta con un rebaño de más de 3 mil ovejas y
maquinaria especializada que data del año 1892, lo que refleja la importancia
de esta actividad en la identidad local. Además, la arquitectura colonial de
las casas y las calles pintadas de colores vivos en Marulanda, junto con la
posibilidad de interactuar con los borregos y aprender sobre la esquila y la
transformación de la lana, hacen de este lugar un destino turístico que enamora
a sus visitantes. La finca La Esperanza, por ejemplo, ofrece una experiencia
única donde se puede conocer de cerca la ternura de los borregos y el proceso
de producción de lana. La ovinocultura no solo es una actividad económica, sino
también una forma de vida que se transmite de generación en generación,
manteniendo vivas las tradiciones y el patrimonio cultural de Caldas.
La raza de ovejas más común en la región de Caldas, Colombia, es la Merina,
conocida por su lana de alta calidad y su adaptabilidad a diferentes climas.
Esta raza, que tiene sus orígenes en España, se ha adaptado bien a las
condiciones geográficas y climáticas de Caldas, contribuyendo
significativamente a la industria lanera de la región. La lana Merina es
altamente valorada tanto en el mercado local como internacional, debido a su
suavidad y durabilidad, lo que la hace ideal para la producción de textiles y
prendas de vestir de alta calidad. Además, la capacidad de estas ovejas para
prosperar en diversos entornos las hace una elección popular entre los
criadores de ovejas en Caldas, asegurando que la tradición ovinocultora
continúe floreciendo en la región.
La cría de ovejas Merina en Caldas se realiza con un enfoque en la
sostenibilidad y el respeto por las tradiciones. Los criadores de la región se
dedican a mantener la pureza de la raza, seleccionando cuidadosamente los
ejemplares para la reproducción y asegurando la calidad tanto de la lana como
de la carne. Las ovejas Merina en Caldas suelen criarse en sistemas extensivos,
aprovechando los pastos naturales de las montañas y valles, lo que contribuye a
la calidad de su lana y carne. Además, se practica la trashumancia, un método
ancestral que consiste en trasladar los rebaños a diferentes altitudes según la
estación, buscando siempre las mejores condiciones de pastoreo.
Este manejo extensivo permite que las ovejas se alimenten de una dieta
variada, lo que se refleja en la calidad de sus productos. La lana de las
ovejas Merina de Caldas es conocida por su finura y suavidad, siendo muy
apreciada en la industria textil. Por otro lado, la carne de estas ovejas
también es valorada por su sabor y textura, resultado de una crianza que
favorece el bienestar animal y un crecimiento natural.
La cría de ovejas Merina en Caldas no solo se enfoca en la producción de
lana y carne, sino que también se considera una parte integral de la cultura y
la economía local. Los criadores son conscientes de la importancia de su labor
y trabajan en cooperativas y asociaciones para mejorar continuamente sus
prácticas y productos. La transmisión de conocimientos de generación en
generación es clave para la preservación de esta actividad, que se ha
convertido en un símbolo de identidad para la región.
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