El departamento
del Meta, ubicado en el corazón de Colombia, es una región de gran diversidad
geográfica y cultural. Con una superficie de 85.635 km², representa casi el 10%
del territorio nacional, siendo el cuarto departamento más grande del país. Su capital, Villavicencio, es conocida como la puerta al Llano y es un centro vital
de actividad económica y cultural. El Meta limita al norte con Cundinamarca y
Casanare, al este con Vichada, al sur con Caquetá y Guaviare, y al oeste con
Huila y Cundinamarca, lo que le otorga una posición estratégica en la región de
la Orinoquía colombiana.
La vegetación de
la llanura está formada por pastos y pajonales con abundantes arbustos y
árboles de baja altura. En las riberas de los ríos se encuentran los bosques de
galería, y en el occidente del departamento la vegetación es de bosque húmedo
tropical, bosques andinos y páramo en las partes más altas.
Los primeros
exploradores europeos que llegaron a la región del Meta en Colombia fueron
Diego de Ordaz y Alonso de Herrera. Posteriormente, otros conquistadores como Jorge
Spira, Nicolás de Federmán, Hernán Pérez de Quesada, Gonzalo Jiménez de
Quesada, Antonio Berrío y Juan de Avellaneda también transitaron por esta área.
Juan de Avellaneda es reconocido por
fundar San Juan de los Llanos en
1.556, que fue la primera población establecida en los llanos orientales.
Durante la época colonial, la región fue testigo de la integración de
misioneros jesuitas y agustinos, quienes se dedicaron a estudiar las lenguas y
costumbres de las tribus indígenas locales, como los Guahibo, Huitoto y
Piapoco, y a enseñarles nuevas técnicas de artesanía y música. El nombre del
departamento del Meta deriva del río Meta, cuyo nombre se cree que fue dado por
Diego de Ordaz en referencia a un
rey local legendario que poseía grandes riquezas. Además de los conquistadores
mencionados anteriormente, la región del Meta ha sido explorada por numerosos
aventureros y viajeros a lo largo de la historia. Entre ellos se encuentran
figuras como Richard Evans Schultes, un etnobotánico estadounidense que exploró
la Amazonía colombiana y estudió las plantas utilizadas por los indígenas para
fines medicinales y rituales. Otro explorador notable fue Thomas Whiffen, un
británico que viajó por los territorios del Orinoco y el Amazonas a principios
del siglo XX, documentando las costumbres y la vida de los pueblos indígenas.
En tiempos más recientes, científicos y naturalistas han visitado la región
para estudiar su biodiversidad única y promover la conservación. La región del
Meta, con su rica historia y su diversidad ecológica, sigue atrayendo a
exploradores y turistas que buscan descubrir sus secretos y maravillas
naturales.
La economía se sustenta en la ganadería, la agricultura y la extracción de petróleo y gas,
actividades que se benefician de la rica biodiversidad y los recursos naturales
del departamento. Además, el turismo está en auge gracias a destinos como Caño Cristales, conocido como el río de
los cinco colores, y la Sierra de la
Macarena, un parque natural de fama mundial por su biodiversidad única.
Culturalmente, es un crisol de tradiciones, con una fuerte influencia de la cultura
llanera. La música, el baile y la poesía del joropo son expresiones artísticas
que definen la identidad metense. Eventos como el Torneo Internacional del Joropo y el Mundial del Coleo atraen visitantes de todo el mundo, deseosos
de experimentar la rica herencia cultural del departamento.
También es un
lugar de encuentro y fusión de culturas debido a la inmigración de otras
regiones de Colombia, lo que ha enriquecido su tejido social y cultural. Este
departamento, que toma su nombre del río Meta, un afluente importante del río
Orinoco, es un testimonio del espíritu pionero y la tenacidad de sus
habitantes, quienes han sabido adaptarse y prosperar en un entorno a veces
desafiante pero siempre lleno de oportunidades.
Villavicencio, la
capital del departamento del Meta en Colombia, fue fundada el 6 de abril de
1.840. Aunque hay algunas discrepancias sobre quién fue el verdadero fundador,
los documentos más antiguos reconocen oficialmente a los comerciantes Esteban
Aguirre, Santos Reina y su familia como los fundadores de la ciudad. Sin
embargo, también se menciona al sacerdote Juan Nepomuceno Niño como quien
estableció una capilla en el lugar, lo que marcó el inicio oficial de la
ciudad. Además, existe una referencia a Juan de Avellaneda, un español enviado
por el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada en 1536, quien se dice que se
enamoró de la belleza natural de la región y decidió establecer un asentamiento
allí. Esta mezcla de historias y personajes refleja la rica historia de
Villavicencio y su importancia como centro comercial en los Llanos Orientales
de Colombia.
El acto de fundación no solo marcó el inicio de una nueva
localidad en el vasto territorio colombiano, sino que también sirvió como un
homenaje póstumo a Antonio Villavicencio, un destacado prócer de la
independencia del país. Villavicencio, nacido en Quito en 1.775 fue una figura
clave en los movimientos independentistas de la Nueva Granada, la región que
hoy comprende Colombia. Su compromiso con la causa libertadora lo llevó a
desempeñar roles significativos, incluyendo el de comisionado regio, y
posteriormente, al lado de los patriotas en la lucha por la independencia. Su
vida, marcada por el servicio y el sacrificio, culminó trágicamente cuando fue
ejecutado en 1816 por las fuerzas realistas españolas, convirtiéndose en mártir
de la independencia. La elección de su nombre para la ciudad de Villavicencio
es un tributo a su legado y a su incansable lucha por la libertad de su pueblo.
La región del
Meta en Colombia es rica en mitos y leyendas que forman parte del folclor
local y reflejan el imaginario de sus habitantes. Una de las leyendas más
conocidas es la del Mohán, un ser mítico que se dice habita en los ríos y
selvas del Meta. Se le describe como un hechicero poderoso con habilidades sobrenaturales,
capaz de seducir a las mujeres y de burlarse de los pescadores. Según la
tradición, este ser protege los tesoros ocultos y custodia las aguas de su
hogar.
Otro relato
popular es el de La Llorona, una figura recurrente en muchas culturas latinoamericanas.
En el Meta, se cuenta la historia de una mujer que, desesperada por haber
perdido a sus hijos, vaga por las orillas del río Guatiquía llorando
desconsoladamente. Muchos afirman haber escuchado sus lamentos durante las
noches más oscuras.
Además, la
leyenda de El Dorado ha tenido un impacto significativo en la región. Este mito
habla de una ciudad cubierta de oro, donde el cacique se sumergía en una laguna
dorada para ser ungido como líder. Aunque se trata de un mito, atrajo a
numerosos exploradores y conquistadores que soñaban con encontrar esta ciudad
legendaria y sus riquezas durante la época colonial.
Estas historias
no son solo entretenimiento; juegan un papel crucial en la preservación de la
identidad cultural y las prácticas ancestrales. Los mitos y leyendas del Meta,
al igual que en otras regiones, son transmisores de valores sociales e
históricos importantes, y permiten una mejor comprensión de cómo las
poblaciones antiguas interpretaban su entorno y los fenómenos naturales a
través de un lenguaje simbólico lleno de significados profundos que aún
resuenan en la vida diaria de los habitantes de la región.
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