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Para esta fecha
había llegado a Antioquia, desde Zaragoza, don Francisco Herrera y Campuzano,
oidor de la Real Audiencia de Santafé de
Bogotá, quien finalmente fundaría a Medellín en el Valle de Aburrá, con el nombre de San
Lorenzo del Aburrá, y ocurrió el 2 de marzo de 1.616. Inicialmente se trató del
establecimiento de un resguardo para la protección de los naturales, para
ampararlos y defenderlos en su libertad. Como ya había comenzado la crisis en
la producción de oro en toda la provincia de Antioquia incluida su capital
Santafé, al valle de San Lorenzo de Aburrá llegaron entre otros,
muchos mineros de Santafé, y fue en esta época cuando la región comenzó a
adquirir una creciente importancia que posteriormente haría trasladar a este sitio desde Santa Fe, la capital de Antioquia.
Entre 1.630 y
1.650 el Valle de Aburrá comenzó a poblarse por parte de descendientes de los
primeros españoles y por inmigrantes nuevos, y ya en 1637 y luego en 1646, se
trasladaron los habitantes del Valle de Aburrá al ángulo formado por el río
Aburrá, hoy río Medellín, y el riachuelo de Aná, hoy quebrada Santa Helena. Con
el transcurso del tiempo, el valle, y en especial Medellín, pasaron de ser una
simple estación en las rutas comerciales que provenían de la capital
provincial, a convertirse en el nuevo centro político y económico de la región.
En 1.785 el gobernador de Antioquia, Francisco Silvestre, solicita la presencia del oidor Juan Antonio Mon y Velarde dada la grave crisis que se presentaba en la provincia. Fue enviado entonces como juez visitador, provocando agudas polémicas debido a las reformas que introdujo. Estas incluyeron la reorganización de las rentas de aguardientes y de tabaco y la expedición de un nuevo Código de Minas que sustituyó el que Gaspar de Rodas expidiera en el siglo XVI.
Mon y Velarde introdujo la plata como patrón monetario, sustituyendo al oro en polvo, con el cual se realizaban hasta entonces las transacciones. Pero quizás la reforma más importante fue el cambio de la estructura agraria antioqueña, el cual permitió la fundación de nuevos pueblos. Mon y Velarde también se opuso con firmeza a que las tierras quedaran en manos de unos pocos latifundistas que no las trabajaban, y a quien se le debe en parte el fenómeno de la colonización antioqueña de los territorios al sur de Antioquia, que comenzaría pocos años después. Desde los inicios de la conquista española de América, Antioquia fue una región completamente aislada geográficamente, que continuó así, durante el período de la Colonia Española y los subsiguientes. El aislamiento propició que su desarrollo económico y social tuviese notables diferencias con relación al resto del país. Durante las épocas tempranas de desarrollo, el principal modo de integración con el resto de la República lo constituiría, además de la arriería, el Ferrocarril de Antioquia.
Puesto que las tierras habitadas de Antioquia no eran aptas para la agricultura, la principal actividad económica de los antioqueños fue la minería del oro; además que las mejores tierras eran de propiedad de unas pocas familias que las mantenían sin explotar. A finales del siglo XVIII se presentó una disminución en la producción de oro, al tiempo que las tierras disponibles no eran suficientes para satisfacer las necesidades de la población, todo lo cual configuró una crisis local, lo que cambiaría después de la colonización antioqueña, a los 200 años de haber muerto Gaspar de Rodas, en que se dio inicio la migración de muchos antioqueños, llamados localmente paisas, hacia el sur de la provincia de Antioquia, y se produjeron los primeros asentamientos de colonos en otras vastas regiones hasta el momento inexplotadas, y fue entonces cuando las tierras pasaron a ser posesión de miles de familias paisas, y dejaron de ser privilegio exclusivo de las clases más favorecidas, movimiento migratorio que comenzaría alrededor de 1.780 con la fundación de aldeas y pueblos, así como el desarrollo de la agricutura y el comercio en las cordilleras Central y Occidental, con la ayuda de muchas familias y empresarios más conocidos como "Los Andariegos" que jugaron un papel fundamental en la expansión territorial hacia el sur y que llevó a la formación de los actuales departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío, colonizción que no solo implicó la ocupación de las tierras, sino también la construcción de la infraestructura de caminos, puentes y senderos, enfrentando desafíos cruzando ríos y hondonadas, constituyéndose en aventuras riesgozas, superando los obstáculos, con ingeniosas solciones como las tarabitas que permitieron el transporte de personas y cargas a través de ríos y quebradas, más el uso de la guadua que fue fundamental para la construcción de las casas y fincas que son tan comunes en estas regiones, un proceso de colonización que sería fundamental para el desarrollo económico y social de esta región, en donde hoy en día su cultura se refleja en la identidad de los departamentos antes mencionados.
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