Amazonas (Parte 3.)

Decíamos que el Amazonas además de ser uno de los departamentos más nuevos por la constitución de 1.991 ha sido uno de los más olvidados igual que otros, donde el estado por la falta de recursos y por la miopía política de los mismos dirigentes que sabiendo que hacen parte de Colombia y por las corrientes centralistas de las urbes, solo se ha recurrido a ese nacionalismo exaltado por la historia de nuestros libertadores y porque el mismo desarrollo de sus pueblos en sus exigencias los hacen vitales para el sustento de una nacionalidad que les pertenece por su origen, teniendo en cuenta que este departamento ha sufrido no solo de los buscadores de riquezas que en otrora trajeron a los aventureros de turno cuando el caucho despertó en muchos de los habitantes de la amazonía un irrefrenable sueño por conquistar riquezas en 1.850 y mucho más en los finales  del siglo XIX y comienzo del siglo XX  aprovechando la situación de indefención de las culturas indígenas que desde que llegaron los colonizadores a estas tierras, estos por sus mismas condiciones de desarrollo sociales no solo perdieron parte sus valores culturales por la culturas impuestas por la religión católica y en este caso la de los jesuitas que en medio de toda esta situación, a todos los devoró la manigua que parecía no pertenecerles, y que ahora entendemos cómo ha sido el daño no solo a estos, sino a todo lo que representa la defensa del medio ambiente de una selva que tras las diferentes grupos de coloniaje el daño hecho ha sido de los más terribles que nos afecta para el sostenimiento vital de la misma humanidad, por la destrucción del bosque natural, sino de las especies animales y vegetales, el agua dulce que disfrutamos y el oxigeno que nos permite la vida. Fue así que durante la primera fiebre del caucho en la década de 1.850 los territorios que estaban habitados por las etnias indígenas La Bora, Uitotos, Andoques y Ocainas, que estaban en la frontera entre Colombia y Perú fueran los más explotados con la llegada de los colonizadores a estos territorios en busca del preciado caucho que con la fundación de "Peruvian Amazon Rubber Company" en 1.907 con la que Julio Cesar Arana acumuló gran fortuna causando un choque cultural y maltrato hacia los nativos, que desembocó en torturas, prostitución forzada, pedofilia, esclavitud, masacres y mutilaciones, y que para el momento en que se reportaron estas atrocidades tres cuartos de la población del Putumayo ya habían desaparecido, y que según el investigador Wade Davis «por cada tonelada de caucho producida, asesinaban a diez indios y centenares quedaban marcados de por vida con los latigazos, heridas y amputaciones que se hicieron famosos en el noreste amazónico». Tanto así que el presidente colombiano Juan Manuel Santos en el 2.012 pidió perdon a las víctimas de la siguiente manera: "A las comunidades de los pueblos Uitoto, Bora, Okaina, Muinane, Andoque, Nonuya, Miraña, Yukuna y Matapí, a todos pido perdón por sus muertos, por sus huérfanos, por sus víctimas".

Sobre esta base  hay que tener en cuenta que la explotación del caucho trajo en el caso del Perú y las selvas aledañas a Colombia la colonización de otras zonas de montaña que nunca antes habían hecho y debieron crear zonas agrícolas para favorecer los asentamientos en donde el propio gobierno apoyó la inmigración con gastos pagos para aquellos que decidieran hospedarse en dichos lugares, y algo parecido con lo que se dio en Colombia con los minifundistas cafeteros, pero que estos estaban protegidos para escalar en la especie de esclavitud que se dio con los indígenas por el control de los siringueros y de los cuales Iquitos experimentó un auge económico sin precedentes lo mismo que otras ciudades como Moyobamba, Tarapoto,Pucallpa, Rioja, Lamas y Leticia que en ese tiempo no pertenecía a Colombia por el abandono de un país de sus fronteras.     

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