Calles de Bogotá


Pueblo que no conoce su historia está obligado a repetirla.




Calles de Bogotá

Los españoles siempre fundaron a las ciudades muy al estilo de los romanos que a su vez las copiaron de los griegos en formas de cuadriculas donde las calles eran paralelas y al final de un cruce de las dos había un lugar para la recreación o para hacer ofrendas a sus dioses y para vivir comodidades y así satisgacer sus vidas, y desde luego teniendo el lugar que sería en que tendrían la dministración de la ciudad, con una plaza de mercado, y demás sitios públicos, además de la ermita para honrar a Dios, en donde las calles iban de sur a a norte, aunque en Bogotá las carrera van paralelas hacia las montañas y las calles se extienden hacia el occidente porque no hay manera de expandirse por los cerros orientales, y que con el tiempo hoy existe todo una avenida como es la circunvalación que lo lleva a uno por esos cerros de sur a norte, en unas calles intrincadas pero que nos confunden cuando son diagonales o transversales en donde nos podemos extraviar fácilmente en esos laberintos de vías de cemento, y sin contar con esas calles cerradas que como un callejón sin salidas, lo obligan a uno a devolverse a la mitad de una cuadra como sucede en Bosa, y salir en otra que uno no había visto o menos pensaba que existiera, y que podría ser un centro comercial de un barrio reciente o en formación, o en esas avenidas en que lo único que se ve son conjuntos de urbanizaciones. Esa forma de cuadriculas copiadas de los romanos cuando estos hacían parte del vasto imperio donde la capital estaba lejos y como el poder era tan vasto, nadie se atrevía a invadirlos, las fueron haciendo con sus historias hasta cuando comenzó su decadencia con la invasión de los pueblos del norte de Europa por los germanos con sus culturas y costumbres, y los hunos que venían del norte de la India y del centro de Asia en ese cruce de caminos y de desplazamientos humanos por la supervivencia, que los obligó a cercarlas con el transcurso de los siglos, y a encerrarse en sus feudos protegidos; costumbres y formas de conquistar y de construir pueblos donde tenían que nombrar a sus alcaldes para que rigieran la futuras ciudades con sus asentamientos humanos. El incendio de las Galerías Arrubla el 20 de mayo de 1.900 acabó con el archivo histórico de la ciudad, cuyos nombres de las calles todavía los vemos en las esquinas de La Candelaria y en pleno centro histórico, que evocan como en todas partes del mundo lo que hubo, lo que pasó sobre algún recuerdo público, o la devoción a algunos santos por el fervor religioso que primó en la Colonia, y porque también pueden ser los sentimientos de algún hecho sucedido, de amores furtivos o de un estado de ánimo o cansancio físico al llegar a una de estas calles que fueron con que la ciudad a través de su proceso de crecimiento y desarrollo, dichos nombres y su historia, se perdieran a través del tiempo.

El Virrey Manuel Guirior en noviembre 10 de 1.774  decidió organizar las calles de Santa Fe y dio la orden a los respectivos alcaldes para dar nombres a estas, y que que ya el pueblo conocía desde antaño, y un número a cada una de las casas en una época que dividió a la ciudad en cuatro cuartos y ocho barrios que venía y es muy probable que desde  la fundación por Gonzalo Jiménez de Quesada, en que se crearon cuatro parroquias que serían hoy los primeros barrios que tuvo la ciudad, y que fueron Santa Bárbara, San Victorino, Las Nieves y La Catedral, teniendo en cuenta que para ese momento a cada espacio le correspondían dos barrios, que a su vez quedarían constituidos legalmente de la siguiente manera: La Catedral, La Candelaria, Santa Bárbara, Egipto, Belén, Las Cruces, Usaquén, San Luis, teniendo en cuenta que para el censo de la época habían 16.233 personas registradas, y que existían más de 20.000 personas foráneas, en donde los alcaldes en los padrones debían registrar los cambios donde se apuntaban las mudanzas de estos, con el fin de ejercer un mejor control. En esas circunstancias se cree que las primeras calles pavimentadas pudieron ser la décima y la once, y también porque el eje de la ciudad de acuerdo a la conformación de las cuadriculas entre calles y manzanas y ubicación de todos los sitios que debía tener cada pueblo que fundaban, el eje central era la calle once y el Camino Real, o actual carrera séptima que más tarde sería llamada Alberto Lleras Camargo. Es probable que entre los años de 1.890 y 1.893 del centro y la Plaza de Bolívar ya hubieran sido habilitadas, según una crónica de un periodista de El Tiempo, porque solo hasta 1.905 durante la dictadura de Rafael Reyes se creo el Ministerio de Obras Públicas para el manejo de las vías nacionales, las líneas férreas y la canalización de los ríos, aunque para después de 1.903 el fotógrafo según la misma publicación que antes mencioné el fotógrafo Ernesto Duperly trajo el primer Cadillac de la imagen y de otros que fueron llegando. Con la perdida de los archivos por el incendio los nombres de las calles fueron cambiando por republicanos como el camino que iba de San Victorino a la calle 26, y que en un momento fue llamado la avenida Boyacá, y también conocido como La Alameda, que a principios del siglo XX fue remplazado por el de la carrera 13 que llegaba hasta la calle 26 y un poco mas allá de la 25 donde está la estatua de La Rebeca, una aguadora desnuda con un cuenco y un cántaro en un estanque,  compuesto por un espejo de agua instalada en 1.926 en el desaparecido parque Centenario del barrio San Diego debido al inicio de la construcción de los puentes de la avenida 26 que se extiende más allá hasta llegar al aeropuerto El Dorado.

Una vía como la del tranvía que iba por la séptima y desviaba por la calle décima, y cuyos rieles todavía se pueden ver a pesar del tiempo que llevan desde que dejaron de usarse, y donde todavía se ven por la séptima al frente adonde antes funcionó El Tiempo, hoy Citytv, y en la calle décima con décima; o el Paseo Colón que iba desde la avenida Caracas por la Avenida Jiménez hasta la Estación de La Sabana del Ferrocarril. y muy cerca casi que lindando por la misma avenida donde antes hubo un teatro famoso llamado Caracas que tuvo fama porque según decín los parroquianos que iban allí, había que entrar con dos ladrillos en las manos en que uno era para sentarse y el otro para defenders, y que creo, estuvo o está un asadero de pollos que también es muy famoso en Ibagué, y porque su dueño es uno de los artífices de la hinchada del Deportes Tolima desde hace muchos años. (Continúa...)