Bogotá.

Recuerdos de Bogotá

Recuerdos de Bogotá Estaba muy joven cuando llegué a Bogotá  por primera vez para quedarme a estudiar. Recuerdos inolvidables. En una época en que salía de la niñez a la adolescencia y en la que me enamoré de una muchacha que llegó a la misma  casa con una hermana  menor que era muda y que requería la ayuda de una institución para poder comunicarse con los demás, pues entendía todo fácilmente sin ningún problema. Era muda  y creo que algo de sorda. Allí concluimos los tres en la misma vivienda a cuenta de una familia cuyo esposo salvó mi  vida de ahogarme en Ibagué en los bañadertos del Salado, y que se dedicaba al oficio de la mecánica de carros muy cerca de la avenida 6a. o Avenida de los Comuneros, mientras su esposa trabajaba en el D.A.S. cuando apenas esta ciudad era una de las pocas que se avizoraban con ser una de las más importantes de nuestro hemisferio. Se vislumbraba desde mucho antes por ser llamada"La Atenas Suramricana" debido a las historias conta...

Cundinamarca ( Parte 3.)

Cundinamarca en la historia de Colombia, ha sido testigo y protagonista de eventos cruciales que han moldeado la nación. Desde la época precolombina hasta la contemporaneidad, ha jugado un papel fundamental en el desarrollo político, social y económico del país. Uno de los hechos más significativos fue la creación del Estado de Cundinamarca en 1.811 que marcó un hito en la lucha por la independencia de la corona española. Incluyendo a Bogotá y otras poblaciones importantes, fue uno de los primeros en declarar su autonomía y establecer una constitución propia en las colonias españolas. La rivalidad entre federalistas y centralistas, que se disputaban el modelo de gobierno postcolonial, llevó a enfrentamientos armados que culminaron con la intervención de Simón Bolívar y la posterior unificación de los territorios en lo que eventualmente se convertiría en la República de Colombia.

Antonio Nariño fue una figura central en la lucha por la independencia de lo que hoy es Colombia. Como presidente de Cundinamarca entre 1.813 y 1.815 lideró varias campañas militares en un esfuerzo por consolidar la independencia del Virreinato de la Nueva Granada del dominio español. Su papel en la guerra fue crucial, especialmente durante la campaña del sur, donde enfrentó a las fuerzas realistas en batallas clave como la de los ejidos de Pasto en 1.814. A pesar de su liderazgo y valentía, Nariño fue capturado y la derrota en esta batalla marcó un punto de inflexión en la guerra. Durante su presidencia, también se enfrentó a conflictos internos, como la guerra civil entre centralistas y federalistas, que se libró entre 1.812 y 1.813. La negativa de Nariño a ajustar la legislación de Cundinamarca al pacto federal fue un factor que contribuyó a este conflicto interno. A pesar de los desafíos y las derrotas, el legado de Nariño como líder militar y político sigue siendo una parte importante de la historia de la independencia colombiana.

La guerra de independencia tuvo un impacto profundo y duradero en Cundinamarca, una región que se convirtió en el corazón político y cultural de la lucha por la libertad en la Nueva Granada. La declaración de independencia de Cundinamarca en 1.810 aunque inicialmente mantuvo su lealtad al rey, marcó el comienzo de un período de intensa transformación social y política. La guerra civil entre centralistas y federalistas, exacerbada por las tensiones entre la constitución centralista de Cundinamarca y el pacto federal, llevó a conflictos internos que desafiaron la cohesión y la estabilidad de la región.

El conflicto armado trajo consigo devastación económica, ya que las batallas y los asedios afectaron la infraestructura y la producción agrícola, pilares de la economía local. Además, la guerra afectó la demografía de la región, con la pérdida de vidas y el desplazamiento de poblaciones. Sin embargo, también hubo aspectos positivos, como el fortalecimiento de un sentido de identidad y unidad nacional entre los habitantes de Cundinamarca, quienes compartieron las luchas y aspiraciones de independencia.

La toma de Santafé de Bogotá por las tropas de Simón Bolívar en 1.814 y la posterior reconquista española en 1.816 representaron puntos de inflexión que alteraron el curso político de Cundinamarca, llevándola desde un experimento soberano e independiente hacia la integración en un proyecto federalista más amplio y, finalmente, hacia la restauración del dominio español.

Estos eventos no solo cambiaron el panorama político, sino que también dejaron un legado de resistencia y aspiraciones republicanas que continuarían influyendo en la región y en la futura República de Colombia. El Estado Libre de Cundinamarca, aunque efímero, fue un testimonio de la determinación de sus ciudadanos por autogobernarse y establecer un nuevo orden político lejos del colonialismo español.

La historia de Cundinamarca también está marcada por la llamada 'época del terror' durante el Gobierno de la Reconquista, liderado por Juan Sámano y Pablo Morillo, quienes intentaron sofocar el movimiento independentista y castigar a sus líderes y simpatizantes. Muchos patriotas fueron ejecutados o exiliados, y sus propiedades confiscadas. Sin embargo, la resistencia continuó, y figuras como Policarpa Salavarrieta, conocida como 'La Pola', se convirtieron en símbolos de la lucha por la libertad.

La guerra de independencia en Cundinamarca tuvo repercusiones significativas en las comunidades locales, afectando tanto la estructura social como la vida cotidiana de sus habitantes. La región, que fue escenario de importantes batallas y movimientos revolucionarios, experimentó cambios profundos. Las comunidades enfrentaron la interrupción de sus actividades económicas habituales, especialmente en la agricultura, que era la base de su sustento. Los campos de cultivo a menudo quedaron abandonados o fueron destruidos durante los enfrentamientos, lo que llevó a una escasez de alimentos y a un aumento en los precios de los bienes básicos.

El conflicto también trajo consigo el desplazamiento forzado de poblaciones, ya que muchas personas huyeron de las zonas de combate en busca de seguridad. Esto no solo alteró la demografía de las áreas rurales y urbanas, sino que también desencadenó crisis humanitarias locales, con comunidades enteras desplazadas y en necesidad de refugio y recursos básicos. Además, el reclutamiento forzoso de hombres para los ejércitos tanto patriotas como realistas desgarró el tejido familiar y social, dejando a muchas familias sin sus proveedores principales.

La guerra también exacerbó las divisiones políticas y sociales dentro de las comunidades. Los enfrentamientos entre centralistas y federalistas, así como entre patriotas y realistas, a menudo dividieron a los pueblos y aldeas, poniendo a vecinos y, en ocasiones, a miembros de la misma familia, uno contra el otro. Estas divisiones podían ser profundas y persistentes, dejando cicatrices en la memoria colectiva de las comunidades que perduraron mucho tiempo después del fin del conflicto.

Sin embargo, a pesar de las adversidades, la guerra también fomentó un sentido de identidad y solidaridad entre los habitantes de Cundinamarca. Las luchas compartidas y los ideales de libertad y autonomía unieron a las comunidades en un esfuerzo común. En este sentido, la guerra actuó como un catalizador para el desarrollo de una conciencia nacional y para la formación de redes de apoyo mutuo que ayudaron a las comunidades a sobrevivir y, eventualmente, a reconstruirse.

En el ámbito cultural, la guerra estimuló la expresión de formas de arte y literatura que reflejaban las experiencias y aspiraciones de las personas. Las historias de valentía y sacrificio se transmitieron de generación en generación, convirtiéndose en parte integral de la herencia cultural de la región. Además, la necesidad de comunicarse y coordinar la resistencia llevó al desarrollo de sistemas de comunicación más efectivos dentro de las comunidades.

O sea que la guerra de independencia en Cundinamarca transformó las comunidades locales de maneras complejas y duraderas. Aunque trajo consigo destrucción y sufrimiento, también sembró las semillas de la resiliencia, la identidad colectiva y la innovación cultural, elementos que serían fundamentales en la construcción de la nación colombiana en los años posteriores.

La guerra de independencia en Cundinamarca y en toda la Nueva Granada tuvo un impacto significativo en las mujeres y los niños, quienes experimentaron de manera directa las consecuencias del conflicto. Las mujeres, a menudo relegadas a un segundo plano en los relatos históricos, desempeñaron roles cruciales durante la guerra, no solo como cuidadoras y sostén de sus hogares en ausencia de los hombres, sino también participando activamente en el esfuerzo bélico. Algunas se involucraron en el comercio para sostener la economía local, otras contribuyeron con recursos para el abastecimiento de las tropas y hubo quienes incluso se enfrentaron a tribunales establecidos por los realistas para defender sus derechos y los de sus familias.

Las mujeres también se vieron afectadas por las confiscaciones de propiedades y bienes, lo que alteró su estabilidad económica y social. La guerra no solo cambió su rol en la sociedad, sino que también les brindó la oportunidad de reclamar indemnizaciones y pensiones ante el Estado, marcando así un precedente en la participación política femenina en la región. Por otro lado, grupos de mujeres conocidos como 'Las Juanas' acompañaron a las tropas patriotas, apoyando en labores logísticas y de inteligencia, fundamentales para el funcionamiento de los ejércitos.

En cuanto a los niños, la guerra impactó profundamente en su bienestar y desarrollo. Muchos se vieron obligados a abandonar sus hogares y a enfrentar la violencia y el desplazamiento. Los conflictos armados dejaron secuelas en la salud mental de estos, dejando en evidencia  síntomas como enuresis, miedo, tristeza, agresión, hiperactividad e inatención. Las consecuencias a largo plazo incluyeron trastornos de adaptación, depresión, ansiedad y, en muchos casos, estrés postraumático. La situación de estos durante y después de la guerra reflejaron la necesidad de instituciones sociales y legales que protejieran sus derechos y garantizarn a su desarrollo armónico. A pesar de los mandatos constitucionales, la realidad mostró que el Estado a menudo falló en su deber de prevención y protección, dejando a los niños vulnerables a la violencia y al maltrato. La guerra, por lo tanto, no solo fue un evento que reconfiguró la estructura política y social de la región, sino que también dejó una huella indeleble en la vida de las mujeres y los niños, quienes tuvieron que adaptarse, resistir y, en muchos casos, reconstruir sus vidas en un contexto de incertidumbre y cambio.

Durante la guerra de independencia de Colombia, varias mujeres desempeñaron roles destacados, mostrando valentía y compromiso con la causa libertadora. Una de las figuras más emblemáticas fue Policarpa Salavarrieta, conocida cariñosamente como "La Pola". Nacida en Guaduas, Cundinamarca, "La Pola" es recordada por su espíritu rebelde y su participación activa en la resistencia contra el dominio español. Su labor de espionaje fue crucial para los movimientos patriotas, recopilando información valiosa sobre las tropas realistas y apoyando a las guerrillas del Llano. A pesar de su juventud, mostró una determinación y un coraje excepcionales, lo que finalmente la llevó a ser capturada y ejecutada por las autoridades españolas en 1.817.

Otras mujeres notables incluyen a Antonia Santos, quien lideró las guerrillas en la provincia de El Socorro, y Juana Velasco de Gallo, que se destacó en la región de Santander. Estas mujeres no solo apoyaron la causa con recursos y refugio, sino que también participaron en la lucha armada y en la organización de la resistencia. Además, figuras como Josefa Baraya y Eusebia Caicedo, aunque menos conocidas,  contribuyeron significativamente al esfuerzo de guerra, ya sea a través de la gestión de información o el apoyo logístico a las tropas patriotas.

La participación de estas mujeres fue un factor clave en el desarrollo de la guerra de independencia, y su legado continúa inspirando a generaciones futuras. A través de sus acciones, estas mujeres desafiaron las normas de género de su tiempo, y se convirtieron en símbolos de la lucha por la libertad y la igualdad. Su valentía y sacrificio son un recordatorio poderoso de la contribución femenina en la historia y en la formación de la nación colombiana. La historia de "La Pola" y otras mujeres destacadas en la guerra de independencia de Cundinamarca es un testimonio de la fuerza y la resiliencia femenina en tiempos de adversidad y cambio. En Colombia, las mujeres salieron de sus hogares para participar en la vida política durante los años convulsos de 1.810 a 1.830 aunque posteriormente muchas volvieron a roles más tradicionales hasta que un nuevo ciclo de acciones emancipadoras en el siglo XX las puso de nuevo en el centro de los procesos nacionales. Estos ejemplos ilustran cómo, a pesar de las restricciones sociales y culturales de la época, las mujeres encontraron maneras de contribuir significativamente a las causas de independencia en sus respectivos países.

La región también fue escenario de la Guerra de los Mil Días, un conflicto civil que reflejó las tensiones políticas y sociales de finales del siglo XIX y principios del XX. Las transformaciones sociales y la violencia política que siguieron han dejado huellas profundas en la memoria colectiva de Cundinamarca y de toda Colombia. Hoy en día, Cundinamarca es un departamento clave para el país, no solo por su capital, Bogotá, sino también por su diversidad cultural, su riqueza natural y su importancia económica. La historia de esta región sigue siendo un tema de estudio vital para entender la compleja trama de la identidad colombiana. 

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