Bogotá.
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El tejo, conocido también como Turmequé, es el único
deporte autóctono de Colombia y tiene una rica historia que se remonta a más de
500 años atrás. Originario de los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, este
juego fue una parte integral de las festividades ceremoniales de los Muiscas,
los indígenas que habitaban estas regiones. En aquel entonces, el tejo se
jugaba con un disco de oro llamado "zepguagoscua", que era obtenido a
través del trueque con otros pueblos indígenas del país. La versión moderna del
juego conserva la esencia de lanzar un disco metálico hacia un objetivo, pero
ha incorporado mechas de pólvora que explotan al contacto para añadir emoción
al deporte.
El tejo se juega en una cancha de arcilla de 18 metros de
largo, donde los jugadores o equipos compiten por hacer explotar las mechas y
ganar puntos a través de diferentes logros como la "Mano", la
"Mecha", la "Embocinada" y la "Moñona". Además de
ser un deporte de precisión y habilidad, el tejo es un elemento cultural que
une a las comunidades y se ha expandido más allá de Colombia, llegando a países
como Ecuador, Venezuela, España, México, Estados Unidos y Perú. A pesar de los
estereotipos que a veces se asocian con el tejo, como el de ser un
"deporte de borrachos", su valor cultural y deportivo es innegable.
Es un juego que fomenta la camaradería, la competencia sana y la celebración de
una tradición que ha sobrevivido y evolucionado a lo largo de los siglos. El
tejo no solo es un deporte, sino también un reflejo de la historia y la
identidad colombiana.
Cundinamarca es una región que alberga una rica herencia
histórica, reflejada en sus numerosos sitios de importancia cultural. Uno de
los más emblemáticos es la Laguna del Cacique de Guatavita, asociada con la
leyenda de El Dorado y las ceremonias de investidura de los líderes Muiscas. La
Laguna del Cacique de Guatavita, ubicada en la cordillera oriental de Colombia,
es un lugar envuelto en el misticismo y la historia de la cultura Muisca. Esta
laguna, de forma casi perfectamente circular y rodeada de bosques nativos, ha
sido el escenario de uno de los rituales más sagrados y emblemáticos de los
Muiscas: la ceremonia de investidura del nuevo Zipa, o líder, que se realizaba
en sus aguas. Según la leyenda, el Zipa se cubría con polvo de oro y, junto con
ofrendas de oro y esmeraldas, se adentraba en la laguna en una balsa de juncos
para ofrendar a los dioses, mientras el pueblo arrojaba tesoros a las aguas en
señal de adoración. Este ritual dio origen a la leyenda de El Dorado, que
capturó la imaginación de los conquistadores españoles desde su llegada al
contiente de América, y llevó a numerosas expediciones en busca de tesoros. La
fascinación por esta leyenda persiste hasta hoy en día, aunque las investigaciones
arqueológicas han revelado que, más allá de los mitos, la laguna era un centro
ceremonial de gran importancia para los Muiscas, reflejando su cosmovisión y su
relación con la naturaleza. También es también una historia de transformación y
resistencia. A lo largo de los siglos, ha sido testigo de la colonización, la
independencia y los cambios sociopolíticos de la región. Hoy en día, sigue
siendo un lugar de gran significado espiritual para los descendientes de los
Muiscas y un sitio de interés cultural para Colombia y el mundo. La laguna no
solo es un recordatorio de las ricas tradiciones precolombinas, sino también un
símbolo de la identidad y la resiliencia de un pueblo que ha sabido mantener
vivas sus historias y su patrimonio a través del tiempo.
Otro lugar destacado es la Catedral Primada de Colombia en Bogotá es un emblema arquitectónico en el corazón de Bogotá, una magnífica muestra del estilo neoclásico, con influencias barrocas y renacentistas que se entrelazan en su estructura. Diseñada por el arquitecto Fray Domingo de Petrés, su construcción se extendió desde 1807 hasta 1823, sobre el sitio donde previamente se erigieron otros templos que sirvieron como catedrales para la ciudad. La fachada principal de la catedral, que se alza frente a la histórica Plaza de Bolívar, presenta una imponente combinación de órdenes dórico y jónico, característica del neoclasicismo, que busca reflejar la armonía, la proporción y la sobriedad. Las dos torres que flanquean la entrada principal añaden un sentido de simetría y equilibrio al conjunto. Su interior es igualmente impresionante, con tres naves de la misma altura que crean un espacio amplio y majestuoso. El uso de columnas y arcos, junto con la presencia de una cúpula y un transepto, son elementos típicos de la arquitectura eclesiástica de la época. La decoración interior incluye obras de arte como el bautisterio, el coro de los cantores con su órgano tubular, la sacristía mayor, y el presbiterio, que en conjunto con el deambulatorio y la cúpula, conforman un conjunto de gran valor artístico y espiritual. No solo es un lugar de culto, sino también un contenedor de historia y arte. La Catedral Primada de Colombia, con su imponente presencia en la Plaza de Bolívar de Bogotá, tiene una historia de construcción tan rica y variada como su arquitectura. La catedral actual, que data de principios del siglo XIX, se asienta sobre el sitio de anteriores templos que sirvieron como catedrales para la ciudad. La primera piedra de la estructura original fue colocada en 1.572, pero la catedral que vemos hoy comenzó a construirse en 1.807 y se completó en 1.823, bajo la dirección del arquitecto Fray Domingo de Petrés. Su diseño neoclásico reemplazó a las versiones anteriores que habían sido dañadas por terremotos y otros desastres. La elección del estilo neoclásico para la catedral reflejaba las tendencias arquitectónicas de la época y un deseo de expresar ideales de orden y claridad a través de la arquitectura. La construcción de la catedral coincidió con un período de gran cambio en Colombia, incluyendo la lucha por la independencia de España. Por lo tanto, la catedral no solo es un lugar de culto, sino también un símbolo de la identidad y la resiliencia de la nación. A lo largo de los años, la catedral ha experimentado varias renovaciones y restauraciones para preservar su estructura y su belleza artística. En 1.943-1.946, por ejemplo, se realizaron reformas significativas, además de ser testigo de eventos importantes, incluyendo visitas de papas y líderes mundiales. Fue declarada Monumento Nacional en 1.975 lo que subraya la importancia como tesoro nacional y lugar de patrimonio cultural. La historia de la Catedral Primada es un reflejo de la historia de Bogotá y de Colombia en su conjunto. Desde su fundación, ha sido un testigo silencioso de los cambios políticos, sociales y culturales que han moldeado la nación. Cada piedra de la catedral cuenta una historia, desde las luchas de la colonia hasta los desafíos del presente, haciendo de la catedrale
Fue declarada Monumento Nacional en 1975, reconociendo
así su valor arquitectónico y cultural. Además, su nombre oficial, "Sacro
Santo Teatsmplo Catedral Basílica Metropolitana y Primada de la Inmaculada
Concepción de María y San Pedro", refleja la importancia religiosa y su
vinculación con la historia de la capital colombiana. Es un testimonio de la
arquitectura religiosa y la historia eclesiástica del país. Los restos de
Gonzalo Jiménez de Quesada, el conquistador y fundador español de Bogotá,
descansan en este lugar. Tras su fallecimiento en 1579, inicialmente fue
sepultado en el templo del convento de Santo Domingo en Mariquita. Sin embargo,
en un acto de reconocimiento a su legado, sus restos fueron trasladados en 1597
a la capital que fundó, y desde entonces reposan en la Capilla de Santa Isabel
de Hungría dentro de la Catedral. Este traslado se realizó como parte de los
actos conmemorativos del IV centenario de la fundación de Bogotá, marcando un
momento significativo en la memoria histórica de la ciudad y honrando la
memoria de uno de los personajes más influyentes en la historia de Colombia.
También es el lugar de descanso final de varios personajes ilustres de la
historia colombiana. Entre ellos se encuentra Antonio Nariño, conocido por su
papel fundamental en la independencia de Colombia y por ser el traductor al
español de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, mismo que los restos de
Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, uno de los pintores más destacados del
periodo colonial en Colombia. Además, la catedral alberga cenotafios y placas
conmemorativas dedicadas a figuras eclesiásticas y laicas que han dejado una
huella indeleble en la historia del país.
La Catedral Primada de Colombia no es solo un edificio
emblemático en el centro de Bogotá, sino también un símbolo de la fe y la
historia de la ciudad. Para los bogotanos, representa un lugar de encuentro
espiritual y cultural, donde se entrelazan el pasado y el presente de la
nación. La catedral es un espacio de reflexión y oración, un refugio en medio
de la agitada vida urbana, donde los sacramentos y las celebraciones litúrgicas
se llevan a cabo diariamente, ofreciendo a los fieles un sentido de continuidad
y comunidad.
Además, es un testimonio de la resiliencia de Bogotá. A
lo largo de su historia, ha sobrevivido a terremotos y reconstrucciones,
simbolizando la fortaleza y la perseverancia de los bogotanos. Su arquitectura
neoclásica, que se alza majestuosa en la Plaza de Bolívar, es un recordatorio
constante de la rica herencia cultural y religiosa de la ciudad. Como Monumento
Nacional, la catedral es custodia de arte, tradición y memoria, un lugar donde
se honra a los héroes de la patria y se guarda el legado de figuras prominentes
de la historia colombiana. El significado de la Catedral Primada trasciende lo
religioso; es un ícono de identidad para los bogotanos. En sus muros resuenan
ecos de eventos significativos, desde la época colonial hasta la actualidad,
reflejando las transformaciones sociales y políticas de Colombia. Es por tanto, un punto de referencia para los ciudadanos y visitantes, un
lugar que invita a la contemplación y al reconocimiento de la profundidad
histórica de Bogotá. En fin, es mucho más que un lugar de
culto; es un pilar de la comunidad bogotana, un símbolo de unidad y un guardián
de la historia que continúa inspirando a generaciones de colombianos con su
belleza y su significado perdurable.
La historia de las minas de sal de Zipaquirá es una
fascinante crónica que se extiende por más de 25.000 años, marcando el comienzo
de la extracción de sal en la región andina con la llegada de los primeros
habitantes americanos. Estos pueblos indígenas, testigos del fenómeno natural
donde el agua salada emergía del subsuelo, desarrollaron métodos ingeniosos
para obtener sal, un recurso vital para su sustento y economía. Recolectaban
esta agua salada y la vertían en recipientes de barro, luego las exponían al
sol, permitiendo que el calor evaporara el agua y dejara tras de sí cristales
de sal. Este proceso, aparentemente sencillo, refleja un conocimiento profundo
de su entorno y las propiedades de los recursos naturales a su disposición.
Con el tiempo, la explotación del domo salino en Zipaquirá se distinguió por dos métodos principales: la evaporación solar y la minería subterránea. La transición a la extracción subterránea marcó un hito en la historia de Zipaquirá, posiblemente influenciada por el científico Alexander von Humboldt en el siglo XIX. La mina se explotó en niveles, siendo el primero, Guasa, notable por albergar la primera catedral de sal, inaugurada en 1.954 y clausurada en 1.992 por razones estructurales. Este nivel implementó el método de cámaras y pilares en su explotación, un avance significativo para la época.
La Catedral de Sal de Zipaquirá, una maravilla
arquitectónica de Colombia, tiene una historia que se entrelaza con la de las
minas de sal de la región. Su construcción original data de 1.954 cuando se
decidió aprovechar los espacios abandonados dentro de la mina de sal para crear
un lugar de culto para los mineros. Esta primera catedral fue tallada en la sal
a 180 metros bajo tierra, pero tuvo que ser cerrada en 1.992 debido a problemas
de seguridad estructural.
No obstante, la devoción y el valor cultural de este sitio impulsaron la construcción de una nueva catedral, más grande y más segura, inaugurada en 1.995. El diseño de la nueva Catedral de Sal fue el resultado de un concurso nacional, ganado por el arquitecto Roswell Garavito Pearl. Su diseño se caracteriza por su impresionante cruz tallada en bajo relieve que se extiende hacia el techo de la catedral, creando un efecto visual y espiritual único.
La Catedral no es solo un lugar de oración, sino también un complejo arquitectónico que incluye estaciones del viacrucis, capillas, una cúpula, un balcón y la nave central que puede albergar hasta 8.400 personas. La iluminación tenue y los detalles artísticos tallados en la sal crean un ambiente místico y una experiencia inolvidable para los visitantes.
Además de ser un centro religioso, la Catedral de Sal es un testimonio del ingenio humano y la capacidad de transformar un espacio de trabajo industrial en una obra de arte y un centro de peregrinación. La Catedral y las minas de sal de Zipaquirá representan un legado histórico y cultural, atrayendo a turistas y fieles de todo el mundo, y contribuyendo significativamente a la economía local.
La Catedral de Sal es también un símbolo de la identidad colombiana, reflejando la importancia de la sal en la historia y el desarrollo económico del país. Su historia continúa evolucionando, ya que sigue siendo un lugar activo de culto y un atractivo turístico que ofrece conciertos, eventos culturales y educativos, promoviendo así la cultura y la historia de la región.
La explotación continuó evolucionando con el tiempo, adaptándose a las nuevas tecnologías y conocimientos. El segundo nivel, Potosí, y el tercer nivel, Fabricalta, siguieron el método de cámaras y pilares, pero Fabricalta introdujo una innovación significativa en el método de cámaras largas bajo la dirección del ingeniero Jorge Enrique Castelblanco Reyes. Esta técnica permitió aumentar la seguridad y la eficiencia en la extracción de sal. El cuarto nivel de explotación, utilizando el método in-situ, representó un avance tecnológico importante, permitiendo extraer salmuera de alta concentración para posterior desalinización a través de métodos de evaporación.
La Catedral de Sal de Zipaquirá, construida en el interior de las minas, es un recinto que no solo es un logro arquitectónico y artístico notable de la arquitectura colombiana, sino que también refleja la importancia cultural, religiosa y ambiental de la mina. Diseñada por el arquitecto Roswell Garavito Pearl y elegida mediante concurso por la Sociedad Colombiana de Arquitectos en 1.990 donde la Catedral de Sal es considerada una joya de la modernidad y fue votada como la Maravilla No.1 de Colombia en 2.007.
Hoy en día, la Catedral forma parte del Parque de la Sal, un espacio cultural temático dedicado a la minería, la geología y los recursos naturales. Este complejo ofrece a los visitantes una experiencia única, combinando la historia de la minería de sal con la belleza arquitectónica y las expresiones artísticas contenidas en su interior. La Catedral y el Parque de la Sal son testimonios vivos de la evolución humana y tecnológica, y continúan siendo un punto de interés tanto para locales como para turistas de todo el mundo.
Otro de ls sitios importantes de Cudiamarca es "La Ciudad de Piedra" en Suesca que ofrece una ventana a las prácticas ancestrales, con sus formaciones rocosas que cuentan historias de tiempos precolombinos. Además, el Parque Nacional Natural Chingaza no solo es un santuario de biodiversidad, sino también un sitio que conserva vestigios de antiguas civilizaciones indígenas. Estos lugares, junto con otros monumentos y sitios históricos, forman el tejido de la memoria colectiva de Cundinamarca, invitando tanto a locales como a visitantes a explorar y apreciar la profundidad de su pasado.
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